El primer mercado de Barbastro durante la Alta Edad Media se encontraba en la parte más antigua de la ciudad, en el Entremuro, en la plaza de la Candelera.
Los mercados eran muy importantes para las ciudades y se convirtieron en espacios de referencia porque los intercambios comerciales favorecían la llegada de muchas personas y esto interesaba a los reyes: se asentaba población y se obtenían beneficios económicos. El rey Pedro I (1068-1104) cuando tomó la ciudad de Barbastro, en la carta de población de 1100, concedió protección a todos los que acudieran al mercado de la ciudad. En 1371, Pedro IV (1319-1387), confirmó con un privilegio la celebración de una feria por Santa María de agosto durante 15 días. En 1383, por un nuevo privilegio, la feria de San Bartolomé (24 de agosto), la más importante de Barbastro, se extendió a un mes.
En el siglo XV se determinó que la plaza de la Candelera se quedaba pequeña para acoger las ferias y mercados por lo que se decidió trasladarlo a un nuevo espacio en Barbastro. En 1418 el rey Alfonso V (1396-1458) concedió una segunda feria a la ciudad de Barbastro que se celebraría por san Marcos (25 de abril) durante 15 días. La reina Germana de Foix, segunda esposa de Fernando el Católico, para reactivar la actividad económica del núcleo originario de Barbastro concedió en 1612 otra feria que se celebraría para la festividad de la Candelera en el barrio del Entremuro. En 1678 las Cortes concedieron un privilegio por el que se permitía a los barbastrenses celebrar mercado todos los miércoles del año.
La actual plaza del Mercado de Barbastro no conserva ningún edificio original del siglo XV ya que las construcciones también fueron evolucionando con el paso del tiempo y con los gustos arquitectónicos de cada época. Fíjate que aún quedan en los laterales de la plaza soportales adintelados de baja altura, sostenidos por pilares y columnas de piedra de distintos tamaños, que proporcionan el refugio necesario en días de lluvia o de calor intenso.
Los nombres de las casas se corresponden con las antiguas familias de comerciantes que tenían sus negocios en este espacio: Sallán, Fumanal, Lanzón, etc.
A principios del siglo XX tuvo lugar una “pequeña revolución arquitectónica” y es que se construyeron edificios de tipo historicista para darle un toque de modernidad a la plaza. Eran nuevos tiempos. El progreso llegaba a la plaza del Mercado. Destacan dos edificios: los Almacenes San Pedro y la casa Calonge. Fueron construidos entre 1926 y 1932 y si te fijas en ambos se mantuvieron los “soportales” típicos de la plaza pero con el aire distinguido que proporcionan las esbeltas columnas clásicas del cuerpo inferior.
La plaza del Mercado tras el transcurso de los siglos sigue cumpliendo su misión originaria y es el punto de reunión, de compra y de venta, de los habitantes de Barbastro y de los alrededores. Los hortelanos llevan sus mejores productos de la huerta: cebollas, judías, cardos, acelgas, borrajas, pimientos, berenjenas, calabazas, y por supuesto tomates, los tomates rosas de Barbastro.
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