¿Cuántos canteros y escultores trabajarían en hacer este castillo? Es la primera pregunta que te haces cuando ves el impresionante castillo ya desde sus murallas.

El castillo está solo hoy en día, pero antes el pueblo de Loarre vivía a sus pies. La muralla que ves, con sus diez  torreones semicirculares, sus puertas y su grandiosidad es la segunda del castillo.

A finales del siglo XIII, tras el ataque y saqueo que había sufrido la villa en 1287 por parte de Don Pedro, señor de la baronía de Ayerbe, se decide hacer la muralla. Aunque probablemente había existido una muralla anterior de la época de Sancho Ramírez (1096).

En algunas publicaciones leerás que esto era una torre albarrana o torre vigía. No es cierto. Esta torre era el campanario de la iglesia de la antigua villa de Loarre, que se asentaba a los pies del castillo. En esta parte aún son visibles parte de las cimentaciones de algunas de las casas y el cementerio, con sepulturas de losas, que había adosado a su cabecera.

Una torre Albarrana es aquella desde la que se defiende la puerta de acceso a una fortificación. Pero ¿qué puerta guarda la torre de Loarre? Ninguna. Además su construcción es posterior a la del castillo. Y ocupa el lugar más bajo del castillo para ser una torre vigía.

El volumen y solemnidad de las construcciones románicas nos acompaña desde la puerta.

En el friso sobre la puerta hay un grupo de esculturas donde destaca la imagen del Cristo en majestad dentro de una mandorla, los símbolos de los cuatro evangelistas y unos ángeles. La portada estaba rematada por un alero con canecillos y figuras de piedra.

La escalera sobrecoge con esa altura y su cúpula de cañón. Parece un ascenso infinito pero no te preocupes: no llega al cielo. Fíjate que antes del arranque de la cúpula hay un elemento típico del románico aragonés: el ajedrezado jaqués.

A la cripta de Santa Quiteria se accede desde la mitad de la escalera. En origen estaba conectada con la Iglesia de San Pedro, que está en un nivel superior. En ella se veneraban las reliquias de San Demetrio de Tesalónica, que posteriormente fueron trasladadas a la Iglesia de San Esteban en Loarre. No tengas prisa aquí. Tienes que acostumbrarte a su penumbra para poder verla bien. Merece la pena esperar. Y sobre todo, comprueba la impresionante acústica que tiene, hablando desde el altar.

La perfección de la fábrica, el tamaño y altura de la nave, la cúpula y la decoración de la cabecera con los arquillos de medio punto, las impostas con el ajedrezado jaqués y los capiteles historiados te confirman que te encuentras en una iglesia digna de reyes.

En los catorce capiteles de los arquillos los maestros medievales combinaron una decoración vegetal con otra figurativa que a veces es muy difícil de interpretar y en otras ocasiones, como la representación de Daniel, son muy sencillas.

Algunos están muy altos y son dificilmente visibles. Para que no te pierdas detalle te dejamos un plano interactivo con los capiteles de A. García Omedes.

El Rey Sancho Ramírez instaló un monasterio de canónigos regulares de la orden de San Agustín que estuvieron en Loarre apenas veintiséis años.

El tener a más gente supuso que el castillo tuvo que ser acondicionado para albergarlos y por esa razón se contruyeron los pabellones norte. En principio la zona de dormitorios del monasterio, tenía dos pisos. El superior de madera se ha perdido.  Fíjate qué pequeños son estos dormitorios. Claro, por eso los llaman celdas.

Vas a entrar al recinto primitivo del castillo de Loarre.

Las tres torres de la Reina, del Homenaje y Norte, son de estilo románico lombardo. Fíjate en la forma que los canteros tallaron estas piedras que se denominan sillarejos, de formato alargado, de menor tamaño que los sillares que has visto en la iglesia de San Pedro y sin marcas de cantero.

La torre de la Reina servía para la defensa de la puerta principal  y residencia.

Con sus treinta y un metros de altura, la torre del Homenaje es uno de los mejores ejemplos de la arquitectura militar del siglo XI. Tiene 5 habitáculos pequeños, uno con chimenea y otro que era un retrete. Desde ella, a través de sus pequeños huecos podrás ver qué pasa fuera.

La tercera torre está en el patio y su estado de conservación es peor que las anteriores.

Con ese nombre la imaginación vuela y se imagina a la reina en su palacio. Pero recuerda, Loarre es una fortaleza militar y además con una comunidad monástica dentro. Las reinas y mujeres en general debían ser un espejismo en el Loarre de los siglos X- XIII.

El mirador de la Reina y sus magníficas vistas daban luz a un pabellón hoy desaparecido. ¿Qué función tenía ese pabellón? No lo sabemos realmente… ¿biblioteca monástica? Deja volar la imaginación.

(Esta pequeña iglesia de románico lombardo fue la capilla del primitivo castillo.)

Los vecinos que habitaban en el recinto inferior de la fortaleza se trasladaron en torno al año 1500 al burgo de San Esteban de la Huerta, que en adelante se llamó Loarre. La vida en el llano iba a ser mucho más fácil para los habitantes del enclave escarpado del castillo.

Y hasta allí trasladaron las reliquias de San Demetrio de Tesalónica que antes estaban en la cripta del castillo y que llegaron a él de esta forma: “Dos clérigos franceses pasaron los Pirineos con una mula cargada con la arqueta de las reliquias de San Demetrio. A su llegada a Jaca todas las campanas de las iglesias comenzaron a sonar. Los jacetanos, deseosos de que el tesoro se quedase en Jaca, y ante la negativa de los clérigos, dejaron ciega a la mula y decidieron que las reliquias se quedaran allá donde el animal parase. La mula echó a andar y llegó hasta el castillo de Loarre. A los pies del mismo la mula murió y las reliquias se quedaron en el castillo”.